Ahora bien, se puede decir que en el mundo actual cohabitan el desarrollo tecnológico, el dominio económico de grandes empresas multinacionales y al mismo tiempo, una miseria inimaginable de algunos grupos humanos (como es el caso de los habitantes de África); todo esto ha conllevado a una crisis de deshumanización del ser humano. En consecuencia, es preciso insistir que el educador de hoy debe reflexionar acerca de la problemática que vive; debe asumir una responsabilidad social para intentar superar la crisis en la que, sin remedio, se ve involucrado.
En este punto, cabe preguntarse cuál es la función social de educador del siglo XXI, y específicamente cómo ésta se ve reflejada en los educandos que van a hacer parte de la sociedad del mañana. Sin embargo, debemos entender que los educadores no somos solamente los que trabajamos durante una jornada en una institución educativa; o los que iniciamos a niños y niñas en el maravilloso e inefable mundo de las letras, los signos y los números; o solamente aquellos que enseñamos fechas, lugares, canciones o poesías.
Educadores son también los niños, niñas y jóvenes que nos dan una lección todos los días para ser mejores maestros y maestras; son los padres y madres de familia que, incansablemente, acompañan a sus hijos es hijas por el camino de ser mejores personas; son los padres y madres de familia que enseñan el valor del respeto, la amistad o la solidaridad.
Así pues, es necesario preguntarnos cual es nuestro reto. No es posible que nos quedemos esperando a ver que nos puede ofrecer la escuela y la sociedad; es necesario que padres o madres de familia, docentes, directivas y estudiantes recordemos todos los días que tenemos la responsabilidad social de darle a nuestro país personas integrales, inteligentes, críticas, pero sobretodo, felices.
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