lunes, 13 de septiembre de 2010

ROSARIO TIJERAS, EL CAPO Y OTROS DEMONIOS REFLEXIONES BREVES SOBRE CASUALIDADES O CAUSALIDADES

Para nadie es un secreto que la educación actual atraviesa un momento de crisis. Nuestros niños, niñas, jóvenes, padres y madres de la familia y nosotros mismos, no sabemos o no podemos explicar que es lo que está sucediendo; es común y recurrente escuchar conversaciones con expresiones como: “la educación era mejor antes”, “la familia no está cumpliendo su papel”, “los niños están demasiado solos”, “los padres de ahora son muy permisivos”, “el colegio se convirtió en un parqueadero de niños”, “la televisión es la mejor (y única) compañía de los jóvenes”, “se perdieron los valores”.

Con esta perspectiva, se hace necesario preguntarnos qué está sucediendo con nuestros jóvenes. Quiero empezar esta reflexión breve mencionando al miembro más importante de todos los hogares del país: el televisor. Hemos dejado que se meta en nuestra vida de tal manera, que le permitimos que entrara en nuestro cerebro y en nuestro corazón; nos dice todos los días qué comer, qué vestir, qué sentir, qué escuchar, qué creer, que saber, que querer, que aprender. Nos bombardea permanentemente con publicidad diciendo que todo lo que somos está mal; que nuestro cuerpo está mal, que nuestra forma de ser está mal, que todo, absolutamente todo, está mal. Basta con ver los comerciales de cuerpos esculturales (o anoréxicos), sonrisas esplendidas y familias perfectas diciendo: “tranquilos: todo se puede arreglar… si compras algo que te haga feliz…”

Pero la televisión también nos ha mostrado unos modelos de vida que nuestros niños y jóvenes están siguiendo al pie de la letra: sicarios, traquetos, delincuentes, prostitutas. El mensaje para los jóvenes es simple: “si quieres éxito debes tener dinero, si quieres dinero debes hacer lo que sea necesario, no importa si es matar, robar, delinquir”. Para las mujeres el mensaje es similar: “si quieres éxito debes ser bonita (físicamente hablando, lo demás no importa), para ser bonita debes hacer lo que sea porque tu cuerpo no está bien, pero tener un cuerpo perfecto vale dinero y para conseguir dinero debes hacer lo que sea”. Qué se podría esperar de un ciudadano que viva bajo estos principios.

¿Qué ven nuestros niños y jóvenes hoy? ¿Qué han visto durante los últimos cinco años? Pues Rosario Tijeras, el Capo, sin tetas no hay paraíso, el cartel, las muñecas de la mafia, pandillas guerra y paz y un listado interminable donde los temas son evidentemente, la difícil y dura realidad de muchos jóvenes colombianos. En este sentido, ¿será que esta amalgama de mensajes es la cuota necesaria para enardecer las hormonas de una jovencita y hacerla reaccionar -cual aprendiz de matón-, e insultar, agredir, chuzar y matar a una compañera de su mismo salón de clase? Nuestros jóvenes están empezando a tener unos referentes simbólicos ambiguos; están construyendo su subjetividad personal desde lo que ven, están cimentando su futuro con base en ídolos de barro, ilícitos, indebidos, ilegales y efímeros.

Entonces, no es casualidad que estemos escuchando, cada vez con mayor frecuencia que un menor de edad comete asesinato. No es casualidad que nuestras jóvenes hayan empezado a trabajar como prostitutas prepago. No es casualidad que los embarazos adolescentes y los abortos hayan aumentado considerablemente. No es casualidad que cada vez más tengamos más niños y niñas consumidores y distribuidores de droga. No es casualidad que cada día tengamos a un estudiante en nuestro salón de clase bajo los efectos de alguna sustancia psicoactiva. No es casualidad que uno de mis estudiantes de grado sexto diga, entre chiste y chanza (según él), que su proyecto de vida es ser militar, sicario o traqueto. No es casualidad. Es producto de ese tratamiento morboso y cáustico que se le ha dado a la realidad colombiana: una moda que vende y que mantiene los rating muy altos.

Casual o causal. He ahí la cuestión. La situación que estamos viendo contra los niños y los jóvenes, la misma que comenten adolescentes, las violaciones, los embarazos, la prostitución, el consumo de sustancia ilícitas, los suicidios, las riñas, el abuso escolar; no son más que las manifestaciones lógicas de lo que nos está comunicando el miembro más importante de nuestra familia. El televisor se ha convertido en un enemigo en casa que debemos tener bajo estricta vigilancia; no podemos seguirle permitiendo que se entrometa en nuestras vidas y en nuestros corazones. Así que, ¡cuidado!, Rosario y sus tetas, el Capo y sus sapos, si bien son parte de la realidad colombiana, también son la causa de muchos de los problemas de nuestros jóvenes.

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