jueves, 12 de marzo de 2009

EDUCACIÓN POR CICLOS: INQUIETUDES A PROPÓSITO DE LA REORGANIZACIÓN DEL SISTEMA EDUCATIVO


En primer lugar debo decir que estoy convencida que una reorganización del sistema educativo formal debe contribuir de alguna manera a repensar de una manera diferente la educación. Sin pretender herir susceptibilidades dentro del magisterio, es muy común encontrar niños, niñas y jóvenes realizando deberes escolares similares a lo largo de sus 11 años de formación escolar (¿deformación escolar?), o encontrar docentes que “depositan” información, contenidos, temas, fechas y recetas en los cerebros “vacíos” de sus estudiantes.

Desde esta perspectiva es indiscutible que se hace necesario re-pensar, re-crear y re-organizar la educación, pues ha cambiado el mundo y la escuela debe responder a estas transformaciones. La escuela y sus actores tenemos el reto de formar las y los ciudadanos del siglo XXI; la pregunta sustancial es ¿cómo debe ser este ciudadano o ciudadana del siglo XXI? ¿Es un depositario de datos e información? ¿Es una persona competente en el campo laboral? ¿Es un empresario? ¿Es un político? ¿Es un intelectual? ¿Es un crítico? ¿Es un consumidor?

Si bien resolver este asunto no es el objeto de esta breve reflexión, debo decir que cualquier intento por agitar el estatismo existente dentro de la institución educativa en general, es un primer paso hacia su transformación.
  • Las mentalidades. Se hace necesario promover un cambio en la mentalidad de los y las docentes. Resulta que llevamos bastante tiempo acostumbrados a hablar de manera segmentada: primaria y bachillerato, licenciatura y área de desempeño. Alrededor de este fraccionamiento hemos cimentado y alimentado nuestra identidad como docentes; expresiones cotidianas como “yo soy la profesora de primaria” o “yo soy el profesor de sociales” tienen toda una carga simbólica e histórica de poder: el poder del que sabe; se sabe algo o lo otro, se sabe, se maneja y se utiliza lo que se sabe como un territorio en que yo soy dueño y los demás intrusos. Primer aspecto tenaz para abordar una transformación de la educación. A manera de reflexión dejo la frase del conocido filósofo Chespirito: “el que nada sabe, nada teme”. Y es probable que algunos tengamos miedos y reticencias, porque creemos que muchas cosas sabemos.
  • El lenguaje cotidiano. Hasta hace unos años, aún logro recordarlo, mi madre, mi padre y algunos profesores se expresaban de la siguiente forma: “estudié hasta cuarto”: traducción, cuarto de bachillerato igual noveno grado; “en sexto todo era complicadísimo”: traducción, sexto de bachillerato igual grado once. Con esto quiero decir que ya se hizo un intento para dar la idea de continuidad dentro del sistema educativo. Desde hace no muchos años se empezó a hablar de grados sexto a once como la continuidad de la educación primaria. Ahora bien, lo diferente ahora es que hablamos de ciclos, cada uno con duración entre dos y tres años. Si se quiere hacer una transformación debemos empezar a apropiarnos de un lenguaje que nos lleve a esa innovación: “el estudiante de ciclo III-1 tiene un problema de convivencia”: traducción, el niño de quinto de primaria es insoportable, o “hola, soy estudiante del ciclo V-2”: traducción, este año me voy del colegio y no se si podré estudiar o me toque trabajar. Segundo aspecto que convoca no solo a docentes, sino a la comunidad educativa en general para promover la reorganización de la educación.
  • Revisión de los planes de estudio y el currículo. Este punto tiene mucho que ver con el que hace referencia a las mentalidades. Voy a exponer un ejemplo, reitero, sin el ánimo de lastimar o lesionar el quehacer de mis colegas. Conversaciones en reuniones de área: “el tema de octavo debe ser África y el de noveno es América”, “en primero se ven conjuntos y en segundo operaciones básicas”, “ciencias políticas en once y filosofía en décimo”. Será complicado realizar una revisión de los planes de estudio y el currículo, en tanto que los docentes sigamos pensando que somos dueños de un pedazo del saber. Obviamente la dificultad empieza en la formación de los y las docentes, pues las universidades han instruido licenciados en disciplinas cerradas, y muchas veces nosotros somos incapaces de entablar puentes y conexiones entre nuestro saber con el entorno, con la resolución de problemas cotidianos, con las problemáticas políticas e ideológicas de cada situación o de cada región. Tercer punto, por demás complejo, el de revisar con profundidad los planes y programas, a la luz de la pregunta que tipo de persona queremos formar.
  • Los resultados. Es evidente que reorganizar la educación hacia los ciclos es encaminar el proceso educativo con el desarrollo humano de los y las estudiantes. Por eso se hace necesario revisar, reajustar, reorientar el plan de estudios de la institución en todos los niveles. Se podría decir que es la oportunidad para formar ciudadanos y ciudadanas integrales, felices y dispuestos a aportar en la construcción de una sociedad libre, que respeta y hace valer los derechos humanos, que conoce sus deberes… bla… bla… bla…. No podemos olvidarnos del examen del Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, el cual es hoy por hoy un rasero, una regla, un medidor, un taxímetro de lo que se sabe y lo que no se sabe en las instituciones escolares. Es evidente que esta prueba evalúa competencias y conocimientos de diferentes áreas. Entonces, el cuarto aspecto a tener en cuenta es cómo pensar una educación por ciclos cuando los sistemas evaluativos gubernamentales siguen preguntando datos e información sobre las asignaturas.
  • La evaluación. Para mencionar algunas inquietudes sobre este punto voy a referirme al caso del ciclo III. Este ciclo consta de tres años (5º, 6º y 7º); por lo tanto el ciclo completo dura 12 periodos. Al finalizar cada año, ¿cómo se presenta el informe al padre de familia? ¿El estudiante paso el año? ¿El estudiante ha sido promovido? ¿La promoción será automática? ¿Se hablará de reinicio del año o del ciclo? Uf!!! Ya no habrá que hacer comisiones de evaluación y promoción porque todo el mundo pasará el año. Quinto punto, quizás uno de los más delicados, la evaluación ya no de los aprendizajes sino de los proceso de aprendizaje y viene el último.
  • Lo operativo. Y voy al grano: ¿Cómo se evalúan procesos de pensamiento en grupos de 45 estudiantes, todos diferentes, todos diversos, todos universos? ¿Cómo evalúo los procesos de pensamiento de los 495 estudiantes que llegan a mi aula cada semana? ¿De que forma realizo un seguimiento, determino avances, talentos, insuficiencias y aciertos? ¿Cómo se monitorea en el mediano – largo plazo si el estudiante ha cumplido con los objetivos de cada ciclo?

A manera de conclusión de trabajo y para posteriores discusiones, debo defender una hipótesis aún no experimentada sobre mi campo del saber: el arte y la música; artes y todas sus manifestaciones (manualidades, música, expresión plástica, expresión literaria), así como las expresiones del cuerpo humano (expresión corporal, danzas, teatro, gimnasia, educación física) son las herramientas para promover, fortalecer y mejorar los procesos de pensamiento, pues desarrolla sus contenidos a través de la lúdica, la estética, a través del hacer y de la percepción. Desarrollar la expresión artística y corporal da la posibilidad de estructurar proceso mentales sólidos y fuertes para aprender a aprender, a ser y a hacer. La educación artística, que aporta en la construcción de seres humanos sensibles, inteligentes y perceptivos, debería ser una de las llamadas a aportar en la reconstrucción del currículo y debería estar presente en todas las etapas de la vida escolar. Sin embargo, los docentes de estas áreas vemos con tristeza que no es una prioridad tener docentes especializados en artes en la fase inicial de los niños y las niñas.

En la institución Ismael Perdomo se hace necesario preparar a los y las docentes para el cambio, para la transformación. Se necesita cualificación permanente y capacitaciones, pues se puede cambiar el nombre, pero lo sustancial se da en las aulas, en el diario quehacer con niños, niñas y jóvenes, en la manera de planear nuevas actividades pedagógicas, en repensar los objetivos de la educación que impartimos, en innovar. Se necesita aprender a desaprender lo que creemos saber. Dejo acá mis inquietudes y espero que sirvan para seguir aportando en este camino nuevo que se perfila interesante y lleno de mucho, muchos retos. Y ojo con esto: pensar diferente es un reto, poner en práctica lo diferente es uno mayor.